Art Madrid'24 – EN LA CAPTURA DEL MOVIMIENTO: VICTOR VASARELY

Cuando se habla del Op Art uno se pregunta qué diferencia hay con respecto a la geometría plástica o la abstracción basada en las formas. Indagar en el arte óptico supone ir un paso más allá y entender su ubicación dentro de las coordenadas artísticas de mediados del siglo pasado. En este estilo hay, en efecto, color, forma y abstracción, pero su vocación hacia la representación del movimiento lo apartan de la pura plasmación estática y el formalismo absoluto. Las obras de este movimiento pictórico esconden una doble cara que solo el espectador puede descubrir. En efecto, parecen moverse cuando el propio espectador se mueve.

Vasarely en su mesa de trabajo, Annet-sur-Marne, 1964 (detalle) ©Robert Doisneau

Vasarely fue una figura fundamental en la configuración de esta tendencia creativa, que surgió casi como una evolución natural de los movimientos de principios del siglo XX, en una etapa posmodernista obsesionada por la fungibilidad, la representación del movimiento y el impacto de las nuevas técnicas y de la construcción de la imagen en el mundo del cine y la fotografía. Y una de los principales retos de estos creadores era la generación de movimiento partiendo de obras planas. Es aquí cuando los juegos visuales entran en escena y lo hacen apoyándose en la geometría y el color.

Victor Vasarely, "Marsan-2", 1964-1974 (detalle), acrílico sobre lienzo, Vasarely Múzeum, Budapest

En plena década de los 60, el húngaro Vasarely dejó volar su imaginación, alimentada por las tendencias y el ambiente artístico de París, ciudad en la que se estableció desde temprana edad, para albergar esa extraña combinación de líneas y curvas también características de la época en obras de gran impacto visual. Los falsos volúmenes, las esferas en perspectiva aparente, los patrones con pliegues irreales… configuraban un catálogo de imágenes hoy emblemáticas.

Victor Vasarely, "Doupla", 1970-1975, acrílico sobre lienzo, Vasarely Múzeum, Budapest

Si bien el Op Art fue un movimiento efímero, como muchos otros que se sucedieron en el condensado y productivo período de principios de siglo, su legado sigue presente. El inicio puede identificarse con la inauguración de la exposición “Le mouvement” en la galería parisina Denise René, en 1955, un espacio que siempre apostó por las vanguardias del momento. El conjunto de piezas reunidas para la ocasión dieron nombre al movimiento del arte cinético, del que el Op Art se puede considerar integrante. La representación plástica del dinamismo, del cambio, del movimiento, en definitiva, llevó a estos artistas a explorar y expandir las posibilidades de las formas tradicionales tanto en la pintura como en la escultura.

Victor Vasarely, "Gixeh II", 1955-1962 (detalle), Óleo sobre lienzo. Szépmúveszéti Múzeum, Budapest

Vasarely se formó como diseñador gráfico, estudios que han dejado una clara impronta en su obra. Su elección de formas y colores en la cima de su producción artística es siempre limpia y plana. Aunque el interés por indagar en el potencial expresivo del dibujo lineal y de contraste comenzó tiempo atrás, es a partir de mediados de los 50 cuando su estilo se define y consolida, dando lugar a algunas de las obras más paradigmáticas de este movimiento.

El museo Thyssen dedica a este artista la exposición “El nacimiento del Op Art”, que estará abierta hasta el 9 de septiembre. Una oportunidad única de acercarse a este creador y conocer en profundidad su carrera.

 

Desde Art Madrid, nos planteamos una reflexión clave: ¿Es suficiente hablar de arte emergente, trabajar con artistas emergentes y ser una plataforma para su promoción? La realidad nos muestra que muchos de estos creadores, al inicio de su trayectoria profesional, enfrentan barreras estructurales como la falta de ayudas públicas, la ausencia de galerías que apuesten por ellos o el desinterés de las instituciones culturales.

Esta situación, constante tanto en el panorama español como en otros contextos internacionales, nos lleva a cuestionarnos: ¿Hacia dónde se dirige realmente el arte emergente? ¿Qué define a los artistas emergentes? ¿Y por qué tendemos a vincular lo emergente exclusivamente con la edad, como si lo que surge estuviera inexorablemente ligado a lo joven?

The V' Day in coiled dragon garden. Acrílico sobre tela. 180×90×5 cm. 2022. Sun Pei Mao. Representado en Art Madrid'25 por Yiri Arts.

El arte emergente no debería ser únicamente una categoría atrapada en lo nuevo o en una etapa vital específica. Debería ser un concepto dinámico, que abarque la frescura de las ideas, la valentía en las propuestas y la capacidad de desafiar lo establecido, independientemente de cuándo o cómo emerge un artista. Es hora de ampliar la conversación y repensar el lugar que otorgamos a quienes, desde cualquier rincón y circunstancia, deciden hacer del arte su forma de irrumpir en la escena artística.

El término "arte emergente" ha sido, desde sus inicios, un concepto nebuloso y profundamente dependiente de las estructuras que lo definen y lo promueven. Originalmente concebido como una categoría para describir a artistas en los primeros estadios de sus carreras, el concepto se ha transformado en un terreno disputado por galerías, instituciones y críticos de arte, convirtiéndose a menudo en un mecanismo más de mercado que en una designación de genuina promesa creativa. Pero en pleno siglo XXI, ¿aún tiene sentido hablar de "arte emergente"?

Sin título. Escultura. Madera, cera, aceite y taninos. 2022. Hirosuke Yabe. Representado en Art Madrid'25 por 3 Punts Galería.

En un mundo cada vez más hiperconectado, donde las barreras entre lo "emergente" y lo "establecido" se diluyen por la acelerada circulación de imágenes y narrativas artísticas, el término -podría- empezar a carecer de peso. Las redes sociales han democratizado, al menos en teoría, el acceso a la visibilidad de las obras de arte, lo que permite que artistas de todas las latitudes puedan proyectar sus trabajos a una audiencia global sin necesidad de intermediarios tradicionales. Este fenómeno plantea una interrogante clave: ¿qué es realmente "emergente" cuando un creador puede pasar de la anonimidad a la notoriedad viral en cuestión de horas?

La paradoja se profundiza cuando consideramos cómo el mercado del arte ha absorbido este concepto. "Arte emergente" ha pasado de ser una categoría temporal a convertirse en una etiqueta que alimenta el deseo especulativo. Sin embargo, esto frecuentemente deriva en una instrumentalización del artista, cuya obra es reducida a un mero vehículo de transacciones económicas. En este contexto, el concepto de "emergencia" no alude tanto al potencial de exploración o innovación como a una promesa especulativa de retorno financiero.

Chromatic Dream Space. Acrílico, óleo, resinas y aerosol sobre tela. 2024. Gemma Alpuente. Representada en Art Madrid'25 por Canal Gallery.

Y Emergente, ¿respecto a qué?

Otro problema fundamental radica en la relación entre la "emergencia" y los sistemas de poder que la legitiman. Tradicionalmente, la idea de un artista emergente sugiere una narrativa de ascenso, una transición desde los márgenes hacia el centro del reconocimiento institucional. Sin embargo, esta narrativa presupone una jerarquía cultural fija, donde los centros de poder (Nueva York, Londres, Berlín, entre otros) dictan qué es emergente y qué no.

En las últimas décadas, movimientos como el poscolonialismo y las teorías decoloniales han cuestionado estas jerarquías, señalando cómo perpetúan desigualdades históricas y geográficas. Bajo esta luz, etiquetar a un artista de una región "periférica" como "emergente" puede ser problemático, pues refuerza la idea de que su valor reside en su capacidad para adaptarse a los cánones impuestos por los centros culturales hegemónicos.

La máquina de desflorar. Acrílico sobre lienzo. 2024. Brenda Cabrera. Representada en Art Madrid'25 por Collage Habana.

El impacto de la tecnología y las nuevas formas de emergencia

En estos tiempos que corren, el panorama artístico está marcado por la tecnología digital, que redefine cómo se produce, distribuye y consume el arte. Plataformas como Instagram, TikTok y NFT marketplaces han creado nuevas vías de visibilidad y economías paralelas que escapan, al menos parcialmente, al control de las instituciones tradicionales. En este contexto, el arte emergente ya no está necesariamente vinculado a galerías o museos, sino a la habilidad de un creador para navegar en entornos digitales y construir comunidades virtuales alrededor de su obra.

Esto genera nuevas dinámicas que cuestionan la utilidad del término "emergente". Por un lado, se amplía la definición de qué puede considerarse arte y quién puede participar en su producción. Por otro, también se corre el riesgo de que la atención hacia lo "nuevo" y "disruptivo" se reduzca a una mera estrategia algorítmica, donde la calidad de la obra queda supeditada a su capacidad para generar interacciones.

Apple and Blue bear. Apple and larva. Escultura en cerámica. 2024. Yasuhito Kawasaki. Representado en Art Madrid'25 por Ting Ting Art Space.

¿Deberíamos abandonar el término?

Frente a estas complejidades, cabe preguntarse si el concepto de "arte emergente" sigue siendo útil o si debería ser reemplazado por otras categorías que reflejen mejor las realidades contemporáneas. Quizá una aproximación más fructífera sería enfocarnos en términos como "arte independiente", "arte descentralizado" o simplemente "arte contemporáneo", que eluden las connotaciones jerárquicas y mercantilistas inherentes al término "emergente". En definitiva, cuestionar el concepto de arte emergente no es solo una cuestión terminológica, sino un ejercicio crítico para repensar las estructuras que determinan cómo valoramos la creación artística. En un mundo donde las fronteras entre lo emergente y lo establecido son cada vez más difusas, quizá la verdadera emergencia radique en reimaginar las bases mismas de cómo concebimos el arte y su papel en la sociedad.

Sin título. Acrílico sobre lienzo. 2024. R.S. Babu. Representado en Art Madrid'25 por Gallery 1000A.

El arte contemporáneo es un territorio sin mapas fijos, un espacio fluctuante donde la única regla es que nada está escrito. En este contexto, la palabra emergente adquiere múltiples significados, porque el arte contemporáneo no solo es un producto que emerge del pensamiento o la técnica, sino que también se vincula con un proceso de emergencia constante. Os invitamos a repensar y cuestionar su definición más allá de prejuicios y conceptualizaciones reduccionistas, más bien, desde el ánimo y el compromiso por abrir nuevos derroteros hacia la comprensión del arte de nuestro tiempo.