Art Madrid'24 – BERENICE ABBOTT: EL RELATO VISUAL DE UNA ÉPOCA DE CAMBIO

En los años 20 del siglo pasado París seguía ejerciendo un poder de atracción innegable para los movimientos culturales de la época. Y esto era así a pesar de que Estados Unidos, y especialmente Nueva York, comenzaba a despuntar como una país de referencia en plena efervescencia artística. Los estragos de las sucesivas guerras inclinaron la balanza del arte a favor de norteamérica, una tierra extensa, alejada del conflicto directo, no desgastada aún por el peso de la historia y con un prometedor porvenir de espectáculos multitudinarios y de industria cinematográfica por delante.

Berenice Abbott, Vista aérea de Nueva York de noche, 20 de marzo de 1936, International Center of Photography, regalo de Daniel, Richard, y Jonathan Logan, 1984 (786.1984) © Getty Images/Berenice Abbott

Pero volvamos a los años 20. En aquel entonces, el Art Nouveau daba sus últimos coletazos por Europa mientras en Nueva York se integraba, a golpe de diseño urbanístico y rascacielos con estilo, el Art Decó que ha hecho de esta ciudad un emblema. La conexión entre ambas metrópolis se basaba en un intercambio de libre pensamiento puesto de manifiesto en las artes y la arquitectura. Quizás pocos fuesen concientes en aquel momento de que los constructores del Rockefeller Center o el Edificio Chrysler estaban haciendo historia. Eran los ecos de la Gilger Age, una época a caballo entre finales del s. XIX y principios del S. XX donde nacieron los grandes monopolios familiares de la insdrustria norteamericaba en torno a innovaciones importantes como el ferrocarril, la explotación del acero, las vastas cosechas de maíz, la producción ganadera y otros grandes avances en manos de unos pocos. Las familias apoderadas se convirtieron en grandes coleccionistas de arte y en constructores sin mesura que querían demostrar su poder a fuerza de levantar edificios más altos y más icónicos. Lo consiguieron.

Berenice Abbott, West Street, 1932, International Center of Photography, adquirida con fondos del National Endowment for the Arts y el Lois and Bruce Zenkel Purchase Fund, 1983 (388.1983) © Getty Images/Berenice Abbott

El principio de la centuria era un caldo de cultivo idóneo para los artistas. Los estímulos se multiplicaban y las opciones parecían infinitas. A pesar de ello, la vieja Europa seguía representando el refugio de la bohemia, el lugar donde el ambiente de creación se mostraba más propicio para las mentes inquietas, porque había tradición, historia y un relato compartido, alejado de la ebullición repentina del Nueva York levantado de la noche a la mañana y basado en un capitalismo galopante, antesala del Crack del 29. Por eso muchos creadores norteamericanos tendieron puentes vitales entre París y la ciudad norteamericana. Este fue el caso de Berenice Abbott, una fotógrafa nacida en Ohio en 1898 que dejó discurrir su talento a uno y otro lado del charco.

Berenice Abbott, Cañón: Broadway y Exchange Place, 1936, The Miriam and Ira D. Wallach Division of Art, Prints and Photographs, Photography Collection. The New York Public Library, Astor, Lenox and Tilden Foundations © Getty Images/Berenice Abbott

Abbott trabajó mucho el retrato de celebridades, pero por afán documentalista, no por entrega a la farándula y al reportaje social. Le interesaba la representación de la realidad, sin artificios, y formó parte del movimiento de “fotografía directa” que reivindicaba el carácter artístico de esta disciplina sin necesidad intervenir o componer las imágenes. Sus tomas de Nueva York y París son hoy documentos valiosísimos que atestiguan los cambios vertiginosos que experimentaron ambas ciudades. Como reportajes temáticos, su trabajo nos permite conocer hoy un contexto histórico cargado de miseria, esperanza y ambición, en el que se construyeron los cimientos de la sociedad moderna. Aunque los comienzos artísticos de Abbott se centraron en la escultura, su conexión con otros artistas del momento y su interés por la representación de la realidad la llevaron a tantear la fotografía, una disciplina que no volvió a abandonar nunca más.

Berenice Abbott, Rockefeller Center, ca. 1932, cortesí de Howard Greenberg Gallery © Getty Images/Berenice Abbott

La Fundación Mapfre dedica a esta artista su próxima exposición “Berenice Abbott. Retratos de la modernidad”, que inaugurará el 1 de junio. La muestra reúne cerca de 200 piezas de esta creadora infatigable que hizo de París y Nueva York su patria espiritual.

 

ART MADRID: ¡20 AÑOS DE ARTE CONTEMPORÁNEO!


En un mundo donde el arte contemporáneo está en constante cambio, nuestra feria ha decidido dar un paso hacia el futuro con una nueva imagen que refleja nuestra evolución, energía y compromiso con el arte que se realiza dentro y fuera de España. Nuestro nuevo logo, colores y tipografía son el reflejo de un enfoque orgánico, dinámico y en sintonía con las tendencias actuales.

Hemos decidido darle una vuelta de rosca a nuestra identidad, pero que quede claro: esto no es solo un rebranding estético, es un cambio que refleja lo que somos hoy y hacia dónde queremos ir. Seguimos siendo nosotros: Art Madrid, una feria cercana, abierta, accesible y diáfana, pero con un aire más fresco, más dinámico, más acorde a estos tiempos. Apostamos por el movimiento, la diversidad y el optimismo. Porque creemos que el arte no es estático; el arte se mueve, conecta y evoluciona, y queremos que esa evolución se note también en cómo vivimos los procesos de creación dentro de nuestro evento.

Estas dos décadas han sido un viaje increíble, lleno de retos, aprendizajes y, sobre todo, mucho arte contemporáneo. Nos permitimos mirar atrás un poco y sentirnos afortunados por todo el camino que hemos recorrido junto a artistas, galeristas, colaboradores, amigos y el público que nos ha acompañado hasta aquí. Hoy Art Madrid se renueva, mira al futuro con ganas del camino por venir, ideas frescas y un compromiso más grande que nunca con la creatividad, la accesibilidad y el diálogo cultural. Queremos seguir siendo ese punto de encuentro donde el arte y la sociedad se conectan de una manera especial, y donde Madrid brilla como uno de los epicentros del arte contemporáneo a nivel internacional.



AHORA EL DISEÑO

El cambio no es algo que sucede por azar; es el resultado de escuchar atentamente, de observarnos y de entender que cada etapa exige su propia forma de expresión. Hoy, en Art Madrid, presentamos una nueva identidad que no solo refleja quiénes somos, sino que abraza todo lo que podemos llegar a ser.

Nuestra esencia no ha cambiado, pero la manera en que la compartimos con el mundo sí. Este nuevo diseño es más que un cambio de imagen; es un compromiso con lo esencial, con lo auténtico de nuestra feria. Hemos optado por una estética limpia y simple, construida a partir de elementos básicos que reflejan nuestra búsqueda de claridad, equilibrio y profundidad. En la sencillez reside la fuerza, y esta transformación lo demuestra. El arte es dinámico, orgánico, siempre en movimiento. Y nuestra identidad visual debía ser un reflejo de eso: original, sólida, flexible y con capacidad para evolucionar. Estos principios son los que han guiado cada decisión en este proceso. Nuestro logotipo, con su tipografía rediseñada y sus trazos cuidadosamente pensados, transmite la seguridad de quien sabe de dónde viene y hacia dónde va. Es una marca que no necesita adornos para destacar, porque cada detalle habla con intención.


LOS COLORES DE LA EMOCIÓN

Pero no todo está en la forma; también está en el fondo. Los colores, vibrantes pero equilibrados, están diseñados para conectar a nivel emocional. Representan nuestra visión del arte: accesible, humano, transformador. Con ellos, queremos que cada encuentro con nuestra marca sea una experiencia que perdure, que inspire, que deje huella. Este cambio también refleja nuestros valores más profundos: trascender lo puramente comercial para convertirnos en un puente hacia algo más significativo. Apostamos por iniciativas que fomenten la educación, la sensibilidad y la creatividad artística. Sabemos que el arte tiene la capacidad de enriquecer no solo a quienes lo crean, sino a toda una comunidad. Y eso es lo que queremos seguir haciendo: contribuir al tejido cultural y social que nos rodea.

ART MADRID: UNA MARCA VIVA Y FLEXIBLE

Nuestra marca no es estática, es un organismo vivo. Es flexible y orgánica, capaz de adaptarse a los distintos escenarios que enfrentamos, moviéndose entre lo emocional y lo racional con naturalidad. Esta flexibilidad es esencial para seguir siendo relevantes en un mundo que no deja de cambiar. Cada parte de esta transformación, desde el isotipo que puede ser utilizado de manera independiente hasta la tipografía Satoshi Bold con su modernismo equilibrado, está pensada para generar reconocimiento, fidelidad y participación. Queremos ser más que una marca, queremos ser un símbolo. Un lugar donde lo abstracto y lo concreto se encuentren, donde el espectador pueda explorar con su imaginación.

SOMOS ART MADRID

Mirando al futuro, reafirmamos nuestro compromiso con las nuevas generaciones. El arte emergente no es solo el futuro; es el presente que merece ser visto, apoyado y celebrado. En Art Madrid, creemos en ser un espacio donde esos talentos encuentren un hogar y una comunidad que los impulse a soñar más alto. Esta no es solo una transformación estética; es una declaración de intenciones. Es nuestra manera de decir que el arte importa, que el arte conecta, que el arte transforma. Queremos que este nuevo lenguaje visual sea el puente que nos acerque más a ti, a los artistas, a las galerías y a todos aquellos que hacen del arte una parte fundamental de sus vidas. Bienvenid@ a esta nueva etapa de Art Madrid. Es limpia, renovada, con la misma pasión de siempre, pero con un horizonte mucho más amplio. Y queremos caminar contigo hacia allí.