UNA CONVERSACIÓN CON PILAR PEQUEÑO
8 oct. 2018
art madrid
La fotografía de Pilar Pequeño nos invita a conocer una parte serena de la naturaleza que se vuelve majestuosa y sugerente a la cálida luz de este trabajo. La mirada experta de la autora, maestra en composición, obra su hechizo al buscar la atmósfera lumínica ideal para cada flor, hoja o fruto que captura en sus imágenes. Un justo equilibrio que nos recuerda a la pintura clásica, con bordes redondeados y brillos suaves en los que se condensa la belleza más sencilla y humilde de nuestro entorno inmediato.
Hoy tenemos la suerte de conocer en persona a esta fotógrafa de excepción y conversar en detalle sobre su trabajo y la evolución de su técnica fotográfica. Acompáñanos a conocerla.
Enhorabuena porque sabemos que acabas de inaugurar la exposición en el edificio Villanueva del Museo del Prado, supongo que recibes esta noticia con alegría, como un reto profesional.
Cuando me llamaron de la Fundación de Amigos del Museo del Prado para invitarme a participar en el proyecto, lógicamente me puse muy contenta porque es maravilloso poder estar en esta institución. El proyecto consistía en inspirarse en un autor o en un cuadro relativo al museo. Ya había hecho, dentro de la serie de las naturalezas muertas, un apartado de bodegones para una exposición conmemorativa del Quijote en el 2015. Cuando me dijeron de participar creí que sería interesante seguir con el desarrollo de los bodegones y la influencia de los pintores en el Prado, tanto de bodegones como de floreros, porque me interesan mucho las transparencias, el cristal, la luz... Las obras que tengo ahora expuestas en el Prado están inspiradas en Zurbarán y en Arellano.
Es un proyecto que ha llevado mucho más tiempo de lo que parece
Sintetizar la belleza de Zurbarán en dos cuadros, lo que me inspira su obra ha sido duro…
Esta propuesta implica un reto para el artista pero también llega como un reconocimiento a su trayectoria. Este proyecto es el resultado fotográfico de toda una carrera donde los inicios no siempre fueron en el mundo de la fotografía
Yo empecé dibujando, y durante un tiempo estuve combinando la fotografía y el dibujo. Pero luego, como lo que más me interesa es la luz, como la técnica fotográfica, no hay nada. La fotografía es como dibujar con luz. Es lo que más me gusta de esta técnica, cómo transmite la luz. Para hacer los bodegones utilizo luz natural y de ventana, como los clásicos, pero la dirijo, es decir, la ventaja de la naturaleza muerta es que puedes crear tu propia escena lumínica. Si vas a hacer un paisaje, tienes que esperar a que suceda la luz adecuada y aquí no, tú te lo planteas y decides qué quieres hacer. Me gusta hacer la obra y sacar el negativo lo más puro posible.
Lo más bonito para mí es buscar. Por ejemplo, cuando salgo al campo, voy buscando flores silvestres y pienso “qué bonito es este tallo, cómo me va a quedar si lo pongo a contraluz” o “estas hojas son transparente, las voy a poner a contraluz” y luego al llegar al estudio me planteo el bodegón, o lo sumerjo en agua, y a partir de aquí, trabajo la escena lumínica. Para lograr transmitir el sentimiento que produce una imagen tienes que cuidar mucho la composición, colocar líneas, planos... que tenga algo que siempre te obligue a hacer un segundo recorrido. Aunque parezca una tarea muy sencilla, este proceso de elaboración de la imagen está muy pensado, muy trabajado, y lo que más me emociona es la luz. Toda la serie de bodegones y naturalezas muertas gira alrededor de las transparencias. El agua, que es un elemento que ya aparecía en mis primeros paisajes de los años 80, ahora está en los jarrones, en los vasos. Algunas veces me alejo, y sale el vaso, la planta, las superficies que lo rodean, lo que quiero sacar es el efecto de la luz sobre el cristal, sobre el agua, sobre la planta pero también sobre los elementos que lo rodean. Y otras veces lo que hago es acercarme tanto al jarrón, que no se ven los límites, y entonces se ve sumergida en el agua, y a veces no se ven la superficie. Quiero creer que mis fotos son sugerentes, no simples imágenes en las que se desvela todo el significado, de tal manera que la persona que se acerque a ver esas fotos pueda interpretarlas según lo que está sintiendo en ese momento. Pienso que el espectador se pueda proyectar en ella buscando el significado de lo que le parezca.
En toda esta obra tan laboriosa donde hay un planteamiento previo al trabajo, también se percibe toda una temática que subyace e invita a reflexionar sobre el paso del tiempo, sobre nuestra relación con el entorno. Los títulos que escoges a veces para tus proyectos también son bastante sugerentes a ese respecto.
La naturaleza está presente desde mis primeros paisajes hasta mi último libro que pertenece a la serie huellas. Aquí trabajo sobre lugares abandonados, con lo que se ve por los huecos de las puertas y ventanas. Y lo que me interesó en esta serie es el desarrollo de la naturaleza en lugares que el hombre ha abandonado. Cómo cambia una ruina si está en el norte, en Galicia, o está en el mediterráneo. Cambia la luz, cambia la historia del edificio, la arquitectura... Por ejemplo, la casa que tengo en el mar menor está abierta al exterior y desde dentro, a través de sus ventanas, el mar parece un lienzo, los juncos, los árboles... En cambio, en la del norte, en Galicia, es el jardín enmarañado el que entra dentro de los pasillos. Hay un concepto muy interesante del antropólogo Marc Augé sobre el tiempo en una ruina. Dice que la ruina no representa un pasado sino múltiples presentes acumulados, que unidos por la acción de la naturaleza demuestran un tiempo diferente. Eso lo que siento.
¿Hay algo que encuentres particularmente difícil en tu trabajo o algo que suponga un reto para ti?
Yo disfruto mucho trabajando. El proyecto de la Fundación Amigos del Museo del Prado, ha sido un trabajo duro porque quería sintetizar tanto lo que siento que a veces me encontraba perdida. Pero ese trabajo es muy bonito, es decir, que al final consigues más o menos lo que pretendías y te quedas muy agusto. Por eso me apetece mostrar todo el trabajo previo que he hecho, porque emprendí varios caminos. Por ejemplo, está el bodegón flamenco y el bodegón español, el Prado tiene una colección fantástica del bodegón flamenco, donde cambian los colores, la forma... he tratado de hacer un poco todo; a veces he mezclado, por lo que creo que es también interesante mostrar este proceso.
¿Estás abierta a lo que el propio azar te ponga por delante?
No es azar, es puro trabajo. Ahora mismo estoy trabajando con una perspectiva cubista, en la que se puede ver la planta al mismo tiempo desde arriba y de frente. Por ejemplo, tengo una foto que la planta está sumergida completamente y lo que hago es sacarla desde arriba bajo la superficie del agua y al mismo tiempo, de frente a través del cristal del jarrón, reflejándose en la superficie no sólo la planta, sino también las hojas que están más abajo que salen como sombras verdes, como si fuera un cuadro de Monet.
¿Hay algo que haya supuesto un hito, algo que haya representado un cambio para ti?
Yo trabajo porque me gusta, y disfruto haciéndolo, pero si viene algún reconocimiento como la Medalla de Oro al mérito de las Bellas Artes, me parece una suerte porque hay mucha gente que hace fotos muy buenas, pero esa vez me tocó a mi. Es muy difícil que entre tantos fotógrafos que somos, me llamaran a mí de la Fundación de Amigos del Museo del Prado para proponerme si quería participar en esta exposición, que reconozcan tu trabajo te hace muy feliz. El otro día, en la inauguración, ver tus fotos colgadas y, dar un par de pasos, y que en la sala contigua, estén los grandes maestros, es muy emocionante. Luego, también, cuando se acerca alguien y te dice que una foto tuya le ha emocionado y te transmite esa emoción que ha sentido es muy bonito.
Enhorabuena Pilar, muchas gracias por compartir con nosotros una parte de ti que a veces no es tan visible porque te das a conocer a través de tu obra, pero también es importante saber quién está detrás. Te lo agradecemos mucho.