Art Madrid'25 – RUBÉN MARTÍN DE LUCAS SERÁ EL ARTISTA INVITADO DE ART MADRID’19

Para su próxima edición de 2019 Art Madrid apuesta por el talento creativo del artista madrileño Rubén Martín de Lucas, quien presentará en exclusiva una nueva entrega de sus “Repúblicas mínimas” y tendrá una participación muy activa en la feria.

La elección del artista invitado responde al deseo de Art Madrid de apoyar a autores en una fase inicial o intermedia de su carrera que destaquen por su carácter comprometido, su búsqueda constante de nuevos lenguajes expresivos, la continuidad en su práctica artística y el desarrollo de proyectos con vocación transnacional que exploren nuevos discursos en el arte contemporáneo. Es una apuesta firme por el talento creativo que la feria quiere traducir en dotar de mayor presencia al artista involucrándolo en acciones participativas que impliquen al público con los procesos de producción artística.

Rubén Martín de Lucas, "Repúblicas mínimas", nº 5

Martín de Lucas reflexiona así sobre su proyecto Stupid Borders y su participación en Art Madrid'19

No se dejen llevar. Háganse preguntas.

La eclosión de ferias de arte en las últimas décadas es el resultado de la sociedad en la que vivimos. No puedo hablar bien de ellas. No me gustan demasiado. Sin embargo tampoco puedo hablar mal porque formo parte de ellas. Quizás éste sea el peor lugar y el peor momento para ser sincero, dado que soy el artista invitado, pero creo que debemos dejar atrás la corrección y mirarnos en el espejo.

Vivimos en una sociedad-sistema-mercado-planeta del que nada escapa. Y en él, aunque todo está complejamente intrincado, las relaciones de “mercado” han acabado imponiéndose y afectando a todos los planos. Al personal, al social y por supuesto al cultural y artístico. No existe el artista perfecto porque es imposible vivir del aire. A algunos nos atrae esa imagen ascética y elevada, pero la realidad nos dice que es imposible habitar fuera de este mundo-sistema por la sencilla razón de que no existe ese “fuera”. Todo está dentro.

La paradoja es la siguiente: Cómo cuestionar un sistema del que formas parte. Cómo cambiar la inercia de una gran bola de nieve en la que estás metido. No sé si hay solución.

Lo que sí sé es que hacerse preguntas es la mejor manera de alumbrar el camino. En el plano personal cuestionar todo me llevó a renunciar al ejercicio de la Ingeniería de Caminos y a apearme, años después, del colectivo que había ayudado a fundar, Boa Mistura, para ver crecer a mis hijos y poder cuestionarme todo con un tiempo más pausado. ¿Por qué corremos tanto? ¿Hacia dónde corremos?

Puse el foco en nuestra relación con el territorio, en el extraño sentimiento de propiedad que ejercemos hacia una Tierra que nos trasciende en edad. Esa “propiedad”, una ilusión consensuada, una ilusión peligrosa. Lo mismo que el concepto “nación”, una construcción mental presente sólo en el imaginario colectivo, un concepto abstracto que es fuente de continuas tensiones y violencia.

Así empecé a cuestionar todo. El paisaje antrópico, la reducción del espacio para la vida salvaje, el alejamiento mental del concepto naturaleza y el empleo de la palabra explotación: agrícola, forestal, ganadera, minera. Explotaciones que hablan de una insana relación de sometimiento. Un hecho: al 99,9% de las especies restantes les iría mejor sin nosotros. Una verdad dolorosa.

Ante este panorama, el arte, esa voluble etiqueta, sigue siendo, al menos como lenguaje, una herramienta potente. Podemos producir objetos bellos que nos mantengan ensimismados en la altivez del hombre o podemos dar una palmada en la mesa y cuestionarlo todo.

Como artista invitado podría pedirles que apoyen el arte. No lo haré. Lo que sí les pido es que cuestionen todo. No se dejen llevar. Háganse preguntas.

Rubén Martín de Lucas, "Repúblicas mínimas", nº 11

Desde el comienzo de su carrera en solitario, Rubén Martín de Lucas ha desarrollado un trabajo centrado en la relación del individuo con el entorno y su intervención sobre el territorio. La carga discursiva de la obra de este artista multidisciplinar adopta numerosas formas y propuestas, desde pintura a fotografía, si bien en los últimos tiempos sus proyectos tienden a la videocreación. Con un lenguaje expresivo que parte de la exploración del paisaje y el análisis de la huella del hombre en la naturaleza, Rubén propone una aproximación crítica a ciertos conceptos impuestos que se traducen en delimitaciones artificiosas, en barreras y separaciones ficticias de las que el paisaje no entiende. Como él mismo explica: “hablo de fronteras, del extraño concepto de propiedad de la tierra, de superpoblación, de agricultura industrial, de la antropización del paisaje. Comprender mi trabajo lleva un tiempo y un pequeño esfuerzo por parte del espectador”. A estas ideas responde su proyecto más ambicioso “Stupid borders”, del que “Repúblicas mínimas” es una de sus líneas de trabajo: un proceso de creación permanentemente abierto que tendrá en Art Madrid una nueva entrega inédita.

Desde Art Madrid queremos poner en valor la evolución constante, la indagación expresiva y el compromiso discursivo del trabajo de Rubén. Se trata de un artista incansable que no entiende de obstáculos y arriesga en sus obras con propuestas innovadoras. Además, tiene un discurso artístico maduro y trascendente, resultado una trayectoria coherente y muy prometedora.





Rubén Martín de Lucas se tituló en Ingeniería Civil en 2002, pero ya antes de concluir sus estudios empezó a despuntar en su vertiente artística al cofundar el grupo Boa Mistura, un colectivo que destaca principalmente por sus intervenciones de arte urbano en Brasil, Sudáfrica, Alemania, México o Noruega. En 2015 decidió iniciar su carrera en solitario con un discurso volcado en la reflexión de la intervención del hombre en el entorno; una línea temática de la que han surgido ya varios proyectos y que le han permitido a Rubén participar en numerosas exposiciones dentro y fuera de España.

 

Lil Blanc

CONVERSACIONES CON MARISOL SALANOVA. PROGRAMA DE ENTREVISTAS. ART MADRID’25

Lil Blanc (Madrid, 1993) empezó experimentando con texturas, evolucionó hacia los degradados y la investigación del paso de un color a otro. Así llegó a una abstracción con la que expresa sentimientos intensos. Comenzó su trayectoria fijándose en los acabados en alto brillo pero el formato de sus cuadros cada vez adquiere más peso y se convierten, cada uno de ellos, en una pieza escultórica prácticamente.

Las gradaciones suaves de color en sus lienzos recuerdan a cielos al atardecer, y su intención de capturar ese momento efímero surge de su propia experiencia al contemplar un atardecer de verano. La obra no solo se contempla, sino que se experimenta, invitando a una reflexión sobre el tiempo, la fugacidad y el espacio. Muy perfeccionista, piensa que menos es más, legado de su carrera como arquitecta. Sin artificios es una artista que logra contar una historia que no es evidente a primera vista pero que le otorga capas y capas de significado a cada pieza.


Touch the sky. Técnica mixta sobre lienzo y acabado en alto brillo epoxy. 2024. 100 x 100 cm.


¿Qué rol juega la experimentación en tu proceso creativo?

La experimentación para mí es algo innato y natural. El hecho de estar en constante producción hace que estés generando movimiento y flujo de ideas. Comencé con un tipo de obra más orgánica, cuyo protagonista eran las texturas, para ir dando paso a un degradado y con él el alto brillo. Y todo ello tiene su correspondiente búsqueda de perfeccionar la técnica. Ninguna obra es igual a la anterior, de hecho, siempre hay una búsqueda constante por hacer algo nuevo y diferente.


Estudio de Lil Blanc by Amores.


¿Cuáles son tus referentes?

Encuentro una ventaja en haber hecho Arquitectura y no Bellas Artes, precisamente porque mis referentes son muy distintos a los del artista universitario, y ello por supuesto afecta a mi manera de crear. El "menos es más" de Mies van der Rohe, el color del Serpentine Pavilion de SelgasCano, el grupo Archigram y sus creaciones tan marcianas, son referentes que siempre me han gustado mucho y, por tanto, me han acompañado. Luego, por otro lado, las redes sociales me acercan mucho a artistas actuales. Por ejemplo, admiro la obra de Nick Thomm y sus piezas XXL en alto brillo, los degradados que hace “onekean_” o C. J. Hendry y el dominio del lápiz de color.


Kill Bill. Técnica mixta sobre lienzo y acabado en alto brillo epoxy. 2024. 100 x 100 cm.


¿Cuál es el diálogo interno más recurrente en tu dinámica creativa?

Para empezar, apenas escucho música mientras trabajo. Trabajo en silencio porque me permite pensar. El diálogo más frecuente tiene que ver con la propia obra que estoy creando. Pienso de qué manera voy a contar lo que estoy pintando, cuál es el puente con palabras para acercar al espectador. Pienso también en posibles preguntas y elaboro las respuestas. De hecho, me invento diálogos que hablan de la pieza. Y bueno, eso también influye en el proceso, porque si creo que puede haber algo contradictorio a lo que quiero contar, lo cambio en la propia obra.


Estudio de Lil Blanc by Amores.


¿Cómo te gustaría que valoren tu obra?

Por un lado, a nivel artístico, me gustaría que las obras hagan felices a las personas, que calienten las estancias, que llenen un espacio de color, que se note su ausencia si no están; que el brillo refleje lo que ocurre en una habitación y los gradientes con la luz natural transmitan armonía y equilibrio. Y luego, por otro lado, el empeño es buscar la máxima calidad, la perfección. Trabajo desde el primer al último paso, cuidando el proceso de creación de la obra al milímetro. Soy muy perfeccionista y mi deber es conseguir que el espectador, simplemente contemplando la obra, sea capaz de percibir esto y la pieza hable por sí sola.


pie de foto


¿Qué dificultades técnicas tiene tu trabajo ahora mismo?

La segunda parte del proceso es la que tiene mayores dificultades. Al final, el acabado en alto brillo para que quede perfecto conlleva mucha minuciosidad, cuidar todos los detalles de la cadena del proceso, respetar los tiempos, y pasa de ser un trabajo artístico al punto de convertirse en un trabajo químico. Por otro lado, el formato de pieza que yo manejo, que es de hasta tres metros, lo dificulta aún más. Pero aún así, al ver el resultado final, todo merece la pena.





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