Art Madrid'25 – GALERIA SÂO MAMEDE Y LAS ECUACIONES NO RESUELTAS DE GONZÁLEZ BRAVO

El artista extremeño González Bravo habla de sus obras como “ecuaciones no resueltas, piezas que comparten un lenguaje íntimo y simbólico en el que el color es el elemento principal”. Sus pinturas, cargadas de sentimiento y misticismo, introducen al espectador en el universo particular del artista, y a su vez, en una realidad profundamente reflexiva en la que espacio y tiempo son factores determinantes.

Justo González Bravo (Badajoz, 1944), reside y trabaja en Lisboa desde los años 70. Aunque su vida siempre ha estado ligada al arte, en concreto a la pintura, su trayectoria expositiva comenzó en 1980. No obstante, desde esa fecha, cuenta con una activa participación en exposiciones en galerías, ferias y centros culturales nacionales e internacionales (Portugal, España, Francia, Alemania, Suiza, Italia, EE.UU, Canadá…). Su obra se encuentra en importantes colecciones públicas e institucionales como el MEIAC en Extremadura, El Banco Comercial Portugúes, La Fundaçao D.Luís Cascais en Portugal y la Colección A.I.T de Madrid, entre otras.

Gonzalez Bravo

Sem título, 2018

Óleo sobre papel

103 x 153cm

Gonzalez Bravo

Sem título, 2018

Óleo sobre papel

103 x 53cm

El color, en sus grandes lienzos, sigue la línea de los pintores del informalismo surgido después de la II Guerra Mundial, siendo éste el transmisor de la esencia mística de la obra, alcanzando así la abstracción completa y acercándose a la pintura de Mark Rothko y Antoni Tàpies, entre otros. Defensor de la abstracción, en la evolución de sus tablas observamos como los elementos propios del expresionismo, principalmente figuras y paisajes han derivado hacia una abstracción absoluta.

Color, formas y textura conceden una identidad singular a la obra de González Bravo. A estos elementos se unen el tiempo y el espacio, componentes con los que el artista crea procesos cíclicos. El autor conoce a la perfección el paisaje de Extremadura, sus proximidades y zonas aledañas al alentejo portugués, “un paisaje austero, seco, pero de una profundidad inconmensurable”. Y es así como estos paisajes son retratados en sus obras, a través del color y del gesto.

Gonzalez Bravo

Sin Título, 2010

Óleo sobre tabla

180 x 150cm

La autorreflexión es una constante en su obra. Con un lienzo y pincel imaginarios crea instantes poéticos que discurren en el espacio, pero la autorreflexión de González Bravo va más allá, y se detiene sobre la materia del propio pigmento, del color y su forma, haciendo que cada obra sea única.

Su narrativa se construye en el juego existente entre el color puro y los complementarios que cubren sus grandes soportes, sin olvidar sus ilegibles grafismos añadidos y las manchas geométricas de color superpuestas de forma magistral sobre los fondos. Lo matérico en su obra nos adentra en la parte sublime del arte, haciendo que el espectador tenga la misma experiencia mística que el autor durante el proceso creativo y la ejecución definitiva de la obra. Sus lienzos están cargados de misterio, siendo éste el que les da su valor de identidad.

Gonzalez Bravo

Sin Título, 2015

Óleo sobre tabla

162 x 146cm

Galeria São Mamede participa por segundo año consecutivo en Art Madrid, con una propuesta expositiva que incluye a los artistas portugueses: Gil Maia, Nélio Saltão, Susana Chasse y Paulo Neves, el artista alemán Georg Scheele y los artistas españoles González Bravo (Badajoz) y David Moreno (Barcelona).

Lil Blanc

CONVERSACIONES CON MARISOL SALANOVA. PROGRAMA DE ENTREVISTAS. ART MADRID’25

Lil Blanc (Madrid, 1993) empezó experimentando con texturas, evolucionó hacia los degradados y la investigación del paso de un color a otro. Así llegó a una abstracción con la que expresa sentimientos intensos. Comenzó su trayectoria fijándose en los acabados en alto brillo pero el formato de sus cuadros cada vez adquiere más peso y se convierten, cada uno de ellos, en una pieza escultórica prácticamente.

Las gradaciones suaves de color en sus lienzos recuerdan a cielos al atardecer, y su intención de capturar ese momento efímero surge de su propia experiencia al contemplar un atardecer de verano. La obra no solo se contempla, sino que se experimenta, invitando a una reflexión sobre el tiempo, la fugacidad y el espacio. Muy perfeccionista, piensa que menos es más, legado de su carrera como arquitecta. Sin artificios es una artista que logra contar una historia que no es evidente a primera vista pero que le otorga capas y capas de significado a cada pieza.


Touch the sky. Técnica mixta sobre lienzo y acabado en alto brillo epoxy. 2024. 100 x 100 cm.


¿Qué rol juega la experimentación en tu proceso creativo?

La experimentación para mí es algo innato y natural. El hecho de estar en constante producción hace que estés generando movimiento y flujo de ideas. Comencé con un tipo de obra más orgánica, cuyo protagonista eran las texturas, para ir dando paso a un degradado y con él el alto brillo. Y todo ello tiene su correspondiente búsqueda de perfeccionar la técnica. Ninguna obra es igual a la anterior, de hecho, siempre hay una búsqueda constante por hacer algo nuevo y diferente.


Estudio de Lil Blanc by Amores.


¿Cuáles son tus referentes?

Encuentro una ventaja en haber hecho Arquitectura y no Bellas Artes, precisamente porque mis referentes son muy distintos a los del artista universitario, y ello por supuesto afecta a mi manera de crear. El "menos es más" de Mies van der Rohe, el color del Serpentine Pavilion de SelgasCano, el grupo Archigram y sus creaciones tan marcianas, son referentes que siempre me han gustado mucho y, por tanto, me han acompañado. Luego, por otro lado, las redes sociales me acercan mucho a artistas actuales. Por ejemplo, admiro la obra de Nick Thomm y sus piezas XXL en alto brillo, los degradados que hace “onekean_” o C. J. Hendry y el dominio del lápiz de color.


Kill Bill. Técnica mixta sobre lienzo y acabado en alto brillo epoxy. 2024. 100 x 100 cm.


¿Cuál es el diálogo interno más recurrente en tu dinámica creativa?

Para empezar, apenas escucho música mientras trabajo. Trabajo en silencio porque me permite pensar. El diálogo más frecuente tiene que ver con la propia obra que estoy creando. Pienso de qué manera voy a contar lo que estoy pintando, cuál es el puente con palabras para acercar al espectador. Pienso también en posibles preguntas y elaboro las respuestas. De hecho, me invento diálogos que hablan de la pieza. Y bueno, eso también influye en el proceso, porque si creo que puede haber algo contradictorio a lo que quiero contar, lo cambio en la propia obra.


Estudio de Lil Blanc by Amores.


¿Cómo te gustaría que valoren tu obra?

Por un lado, a nivel artístico, me gustaría que las obras hagan felices a las personas, que calienten las estancias, que llenen un espacio de color, que se note su ausencia si no están; que el brillo refleje lo que ocurre en una habitación y los gradientes con la luz natural transmitan armonía y equilibrio. Y luego, por otro lado, el empeño es buscar la máxima calidad, la perfección. Trabajo desde el primer al último paso, cuidando el proceso de creación de la obra al milímetro. Soy muy perfeccionista y mi deber es conseguir que el espectador, simplemente contemplando la obra, sea capaz de percibir esto y la pieza hable por sí sola.


pie de foto


¿Qué dificultades técnicas tiene tu trabajo ahora mismo?

La segunda parte del proceso es la que tiene mayores dificultades. Al final, el acabado en alto brillo para que quede perfecto conlleva mucha minuciosidad, cuidar todos los detalles de la cadena del proceso, respetar los tiempos, y pasa de ser un trabajo artístico al punto de convertirse en un trabajo químico. Por otro lado, el formato de pieza que yo manejo, que es de hasta tres metros, lo dificulta aún más. Pero aún así, al ver el resultado final, todo merece la pena.





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