LA SOLEDAD DEL INDIVIDUO CONTEMPORÁNEO EN LA OBRA DE TETSUYA ISHIDA
18 jun. 2019
exposiciones
La sociedad de nuestros días vive acuciada por las contradicciones. El avance de las comunicaciones permite estar permanentemente conectado y compartir en tiempo real las novedades de nuestro día a día. A un ritmo vertiginoso, se crean contenidos, se suben a la red, se genera intercambio y se busca el contacto virtual en una realidad que se condensa en la palma de nuestra mano gracias al smartphone. Sin embargo, esta hiperconexión tiene lugar al tiempo que se produce un fenómeno paradógico, porque el ser humano nunca se ha sentido más aislado, solo e individualista que ahora.
La soledad es una consecuencia del imperativo de los nuevos tiempos. Las exigencias del trabajo, el frenético proceso de producción, la generalización de las mismas aspiraciones en la vida asociadas al éxito y al dinero producen un enorme vacío de identidad. Si bien en épocas históricas anteriores muchos avances sociales vinieron de la mano de la lucha colectiva y la generación de un sentido de comunidad, hoy el individuo está centrado en sí mismo y en sus propios logros, lo que lo aboca a un profundo sentimiento de desapego. Porque, no nos olvidemos, el ser humano es social por naturaleza y crea vínculos con sus semejantes. Los creadores de las redes sociales conocían a la perfección estos mecanismos que nos compelen a compartir los retazos de nuestra vida con los demás, pero no supieron anticipar la otra cara de la moneda, la que se alimenta de las falsas apariencia para construir una cotidianidad ficticia, dando rienda suela a una especie de enajenación personal que se transforma en una realidad virtual en solitario.
La preocupación por estos temas es motivo de reflexión para muchos creadores. El ser humano protagoniza una suerte de abandono de sí mismo, un extrañamiento de su verdadera esencia que resulta desolador. Pero el tiempo, sin piedad, no nos deja pensar en ello. No obstante, algunos artistas se imponen a esta tendencia y se concentran en reflejar lo que ellos mismos viven y observan. Así es el caso del artista japonés Tetsuya Ishida, cuyo trabajo refleja la situación del individuo contemporáneo, en un estado de ánimo afectado por los vaivenes económicos, las crisis financieras y la imposición de las exigencias del mercado. El resultado es una identidad ausente que conduce al aislamiento y a la falta de entendimiento de nuestro lugar en el mundo.
El Museo Reina Sofía dedica la exposición titulada “Autorretrato de otro” a Tetsuya Ishida, joven creador que tuvo una corta e intensa trayectoria de apenas diez años de producción. Su obra desarrolla una narrativa propia en la que las personas aparecen encerradas en lugares claustrofóbicos, con una alteración de las escalas para subrayar el efecto de encierro y la angustiosa sensación de no hallar una salida. Los colores grises, ocres y verdosos crean la atmósfera de un ambiente industrial y metálico, donde la gente viste de uniforme y se confunde con la maquinaria. Seres miméticos que pueblan nuestra sociedad y esconden tras su mirada vidriosa la soledad del alma.