Exposición de Le Corbusier, toda su trayectoria en Caixa Forum Madrid.
20 ago. 2014
art madrid
CaixaForum Madrid acoge hasta el 12 de octubre una extraordinaria exposición dedicada a este creador, organizada por el Museum of Modern Art de Nueva York y en colaboración con la Fondation Le Corbusier de París.
La muestra ofrece un recorrido verdaderamente vital por la trayectoria de Charles-ÉdouardJeanneret comenzando por sus primeras influencias en su lugar de nacimiento, en La Chaux-de-Fonds (Jura, Suíza. 1887), y haciendo un seguimiento de todas sus ‘paradas’ geográficas a lo largo y ancho del planeta, lo que tuvo una transcendental influencia en su obra y en su concepción de la architectura y el urbanismo.
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Jeanneret era mucho más que un arquitecto o diseñador de muebles, era también pintor, escritor y fotógrafo, y, más aún, era un visionario, crítico y ambicioso, cuyos proyectos revolucionarios dejan a uno boquiabierto. Pero lo que resulta más fascinante es comprobar la transcendencia que encierran sus obras, la idea de cuestionar el statu quo dado y de ambicionar un cambio radical en los conceptos, empezando por el propio material empleado y siguiendo por el carácter orgánico de las construcciones. En 1920, ya establecido en París, fundó con el poeta Paul Dermée la revista de arte y cultura de vanguardia L’Esprit nouveau, donde comenzó a firmar sus artículos con el pseudónimo Le Corbusier, para no vincular su verdadero nombre a las provocaciones contenidas en sus escritos.
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Sus construcciones siguen las líneas estéticas de los años 50, sin embargo, el cénit de sus creaciones florece entre 1920 y 1930. Nunca habría afirmado que algunas de sus mejores propuestas son de esta época, pero así es. La apuesta por el hormigón armado, la construcción de viviendas por módulos y planchas desplazables y ampliables, los vastos proyectos de reurbanización de grandes capitales europeas... Las ideas de Le Corbusier empapaban todas sus concepciones arquitectónicas y en ellas siempre estaba presente el deseeo de espetar el diálogo con el paisaje y el entorno, y de crear una obra magnífica donde incorporar todo lo bueno que había ido recolectando a lo largo de sus innumerables viajes por el extranjero. De esta época son sus rompedoras propuestas de reurbanización del centro de París o del Kremlin de Moscú, proyectos que nunca vieron la luz.
La ambición insaciable de Le Corbusier no siempre (o más bien nunca) coincidía con la voluntad de cambio o reforma de quienes debían dar el visto bueno a sus proyectos. Le Corbusier se afanaba, inagotable, en arremeter contra la obsolescencia de estos pensamientos y el carácter obtuso y limitado de quienes cercenaban, una y otra vez, sus miras de revolución y transformación urbanas. Pocos de sus extraordinarios proyectos de reforma completa se llevaron a cabo, y los que fructificaron lo hicieron fuera de Europa. En efecto, Le Corbusier se vio casi obligado a un exilio intelectual. En sus múltiples conferencias, en las que dibujaba al tiempo que exponía sus ideas, para asombro de los asistentes, no ocultaba su decepción con las imposiciones del poder y las negativas constantes de que era víctima.
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Le Corbusier no dudó en marcharse a América del Sur, África y Asia. No obstante siempre soñó con retornar a Europa. Y lo hizo, aceptando proyectos de
menor calado en los que pudo igualmente poner en práctica algunas de sus ideas, como la construcción de las conocidas unités d’habitation, casas por módulos pensadas para facilitar la edificación y ser funcionales, o los diseños en armonía con el paisaje, como la archiconocida capilla de Notre Dame du Haut, en Ronchamp.
En los últimos tiempo, Le Corbusier se volvió melancólico y nostálgico, y redujo drásticamente su actividad, refugiándose en su estudio de pintura, al pie del mediterráneo, para convivir con lo que él mismo denominaba “mis islas”.
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