Esther Ferrer: una artista de performance
25 oct. 2017
exposiciones
Esther Ferrer, 2012. Foto ©Publiescena.
Esther Ferrer fue una pionera en el arte de performance, precisamente en un momento histórico complicado en lo que a la libertad de pensamiento y expresiones se refiere. Su figura destaca no solo por el hecho de adentrarse en la acción artística como forma de manifestación, sino también por ser mujer en un contexto eminentemente masculino.
Esther Ferrer, Biografía para una exposición, 1982. Collage. Fotografía y tinta sobre papel.
Esther se integró en 1967 en el grupo Zaj, junto con Ramón Barce, Walter Marchetti y Juan Hidalgo. Se trataba de un colectivo transgresor y crítico que, sin embargo, supo abrirse camino en la década de los 60 y los 70 y ofrecer multitud de performances artísticas, antes incluso de que se denominasen así. Fieles a su decálogo, Zaj organizó acciones en numerosas ciudades españolas, pero nunca permitieron que se filmasen sus actuaciones. Como la propia Esther explica “nunca he pedido una ayuda al Régimen franquista ni he intentado participar en nada de lo que ellos organizaron”. Querían mantener su independencia.
Incidentes del Teatro Gayarre durante la actuación de Zaj en los Encuentros de Pamplona, 1972. Fuente: lajuntadecarter.com.
Instalada en Francia durante muchos años, país en el que ha vivido más que en España, trabajó como periodista y traductora para medios galos especializados en arte con destacadas colaboraciones en El País o la revista Lápiz. Esta creadora siempre se ha preocupado por la pedagogía y el rol de la mujer en la sociedad. De hecho, se formó en magisterio y pedagogía. Fundó con José Antonio Sistiaga una escuela centrada en fomentar la libre expresión infantil, basada en el método del pedagogo francés Freinet, cuyo método da una libertad absoluta a los niños desde el aspecto creativo.
Esther Ferrer, Canon para siete sillas. Performance, 1990.
La muestra del Reina Sofía, titulada “Todas las variaciones son válidas, incluida esta”, hace un recorrido por su carrera artística y se centra en el análisis del propio proceso de creación de esta autora, muy interesada por representar el paso del tiempo, los cambios del cuerpo, y la movilización. Ella vive todas estas cuestiones en primera persona y, aunque procura ser objetiva, reconoce que siempre hay algo de nosotros mismos que se cuela en nuestras expresiones.