Antonio Ovejero

CONVERSACIONES CON MARISOL SALANOVA. PROGRAMA DE ENTREVISTAS. ART MADRID’25

Antonio Ovejero (Valencia, 1999) investiga sobre la memoria y el rescate de las escenas que residen en nuestro imaginario colectivo en torno a lo sublime de la cotidianidad. Le fascinan las señoras con joyas y bolsos grandes, los vestidos de estampados geométricos y los peinados extravagantes que conectan varias épocas. A través de la estética kitsch busca lo ostentoso en lo costumbrista, lo llamativo y pretencioso que sin embargo es más común y cercano de lo que cabría esperar.

Realiza retratos en los que el detalle de las manos es revelador, también de los objetos que estas sujetan, como por ejemplo un bolso retro. La iconografía del estampado como recurso identitario y estético es una constante en su producción. Para él, la unión de la vejez, lo cotidiano y lo elegante es una imagen recurrente. Define su proyecto pictórico como neo pop costumbrista.

¿Qué rol juega la experimentación en tu proceso creativo?

Creo que la experimentación es muy importante para cualquier artista, ya que es la forma en que se encuentran los recursos y las maneras de representar lo que se quiere contar. En mi caso, desde que comencé a pintar, he utilizado diferentes técnicas para obtener los resultados que buscaba.

La pintura al óleo es la que predomina en mi obra. Siempre he usado esta técnica porque me siento más cómodo con ella y considero que es la que me da el resultado que quiero lograr. Sin embargo, cuando decidí incorporar el estampado en mi obra, busqué maneras de representarlo de una forma más contemporánea.

Inicialmente opté por la transferencia fotográfica, pues me parecía un recurso interesante que complementaba bien la pintura al óleo. Sin embargo, más adelante decidí que quería que la obra fuera completamente plástica y que la pintura fuera lo que predominara. Por eso, comencé a trabajar con la serigrafía, una técnica de estampado que me permitía obtener resultados más precisos y que se integraba bien con la pintura al óleo.

En esta técnica, usaba pintura acrílica, ya que seca más rápido y genera un margen de error mayor, pero también requiere un proceso bastante largo que no solo consiste en pintar. Fue entonces cuando descubrí el estarcido, una técnica en la que creo diseños con Illustrator y luego los corto con una cortadora láser. Este estampado hace que la pintura sea más orgánica y rápida. Así, sigo buscando y experimentando hasta encontrar los recursos que hacen que la pintura sea completa.

Creo que el uso de diferentes técnicas en una obra la enriquece mucho. Actualmente, me estoy enfocando en encontrar una forma directa de combinar la pincelada con el estampado. Estoy explorando estampados animal print, que son más orgánicos y generan una unión directa entre la pintura y el acto de pintar.


Siempre bolsos y tacones a juego. 2024 Óleo sobre tabla 180 x 140 cm.


¿Cuáles son tus referentes?

Bueno, para hablar de mis referentes creo que debo dividirlos entre los de mi entorno y los externos. Nací en una familia en la que mi padre era pintor y mi hermano Miguel Ángel también lo es, por lo que la pintura ha sido algo presente desde que era muy pequeño. Además, siempre conté con el apoyo de mi madre para dedicarme al mundo del arte y pasé mucho tiempo con mi abuela, que es modista. Así, todo lo relacionado con lo textil, los retales y el estampado siempre me ha llamado la atención y he intentado plasmarlo en mi obra.

En cuanto a los referentes externos, en la pintura, me vienen a la mente artistas como Marten Ant y David Storey, que trabajan a partir del archivo fotográfico, o Juan Ugalde, que interviene fotografías generando nuevas narrativas, al igual que Gerard Richter, cuya pintura está muy vinculada a la fotografía. Creo que esa unión entre la fotografía y la pintura es muy interesante. También considero que mi obra tiene una fuerte conexión con ciertos planos cinematográficos o fotográficos. En ese sentido, destacó a Martín Parr, un fotógrafo que narra escenas cotidianas en la playa, capturando detalles como manos arrugadas, por ejemplo.

Otro referente es Eric Persona, un fotógrafo de Milán que trata la cotidianidad desde una perspectiva en la que une lo extravagante con lo mundano, creando imágenes muy interesantes. También me inspira Thandiwe Muriu, una fotógrafa de Kenia que crea imágenes donde el estampado se fusiona con el modelo, generando un discurso en el que el estampado actúa como símbolo identitario de las mujeres de Kenia.

Como mencioné antes, mi pintura tiene una estrecha relación con lo cinematográfico. Por eso, pienso siempre en Marisa Paredes, especialmente en las películas de Almodóvar, donde representa a esa mujer con una vida dura pero siempre elegante y con un porte sublime, algo que intento reflejar en las figuras femeninas que pinto. En este sentido, Almodóvar es un referente cinematográfico clave. También creo que mi obra refleja el juego de estampados y colores que se ve en su cine. Otro referente es Paolo Sorrentino, un cineasta italiano que combina lo glamuroso con lo cotidiano, lo extravagante con lo costumbrista, conceptos que también intento trabajar en mi obra, al igual que Fellini, quien capturaba una cotidianidad estrambótica.

Creo que todos estos referentes actúan de una manera directa hacia mí y hacen que yo pueda generar el imaginario que intento representar en mi obra.


Su bolso de piel. 2024. Óleo sobre tabla. 180 x 140 cm.


¿Qué importancia tiene el gesto en tus retratos?

A lo largo de mi obra, he trabajado mucho el retrato desde diferentes enfoques, especialmente en el proyecto de las señoras, en el que quería usar el retrato como un sello colectivo de las mujeres que representaba, de manera que una figura como la Conchita o la Paca simbolizara a todas esas mujeres de una generación. Creo que el gesto en el retrato es muy importante, algo que he intentado destacar en mi obra. Además, dependiendo de cómo se presenta a una persona en un retrato, se pueden contar diferentes cosas.

El hecho de que exista una mueca, una mirada más lasciva o desafiante, también es una manera de narrar y contar en la obra. Sin embargo, ahora utilizo el retrato de una forma diferente. Pienso que retratar a las personas también puede hacerse mostrando los elementos que las construyen. Por ejemplo, ahora trabajo con planos de detalle en los que los elementos, como un bolso, unas joyas, las manos o las posturas, adquieren gran relevancia. Todo eso también refleja cómo es una persona y cómo es un conjunto de personas. Así, el retrato actual, en el que utilizo el gesto, se basa en la disposición de los elementos: cómo se coloca una mano, cómo se coloca un bolso y cómo se construye la imagen que represento.


Whisky con hielo. 2024. Óleo y acrílico sobre tabla. 40 x 40 cm.


¿Cuál es tu formato preferido para pintar?

Pienso que el formato es muy importante a la hora de cómo quieres crear tu obra y cómo es tu proceso de trabajo. Casi siempre trabajo sobre contrachapado, en bastidor, ya que la fuerza de la madera me permite incidir más en la obra. Además, utilizo técnicas de estampación que requieren un soporte más rígido; por ejemplo, si usara lino o tela, se destensaría y dificultaría el proceso de creación. Por eso, siempre suelo trabajar con madera.

Me parece muy interesante el poder incidir también con la pincelada de una manera más agresiva en los primeros toques, las primeras manchas, que es algo que se relaciona directamente con el formato. El tamaño de la obra es muy importante. Yo prefiero trabajar con grandes formatos ya que es donde me siento más libre, donde las primeras pinceladas y manchas las realizo con más disfrute. Además, se genera una conexión entre lo que se pinta y el propio acto de pintar, algo que considero fundamental para la creación. Creo que el disfrute tiene un gran poder en la obra, ya que el resultado depende mucho de si hay un grado de disfrute o de si se busca algo más perfeccionista o puntual.

El formato grande es el que mejor me permite desarrollarme, donde la pieza se construye y las formas y pinceladas se van uniendo. Cuando trabajo con formatos más pequeños, también disfruto el proceso, pero requiere más constancia y minuciosidad. La pincelada debe ser más precisa, el foco está en una parte específica y el proceso de construcción es más lento, ya que la unión de los tonos es más compleja.

En cambio, en un formato más grande, los tonos y las pinceladas se van uniendo más fácilmente, y la forma se va generando gradualmente mientras creas. Por eso, en general, prefiero el formato grande y el contrachapado.


Siempre bolsos y tacones a juego. 2024. Óleo sobre tabla. 180 x 140 cm.


¿Cómo crees que reflejan tus obras la temporalidad?

En mi obra, siempre intento abordar temas como la memoria, el rescate del recuerdo y el paso del tiempo. Desde que comencé a producir, esto se refleja en mis primeros proyectos como Mujeres sin color, Relato sobre el luto o Señoras. Hablo de mujeres de avanzada edad que vivieron la posguerra y el sistema cultural y de creencias de la España de entonces, y que, en su madurez, han logrado desapegarse de alguna manera de ese pasado.

Por eso, me gusta representarlas de una manera más ornamentada y glamurosa, como un signo de empoderamiento. Para mí, es importante reflejar esa resiliencia a través de la estética y el estampado, que utilizo como recurso identitario de una generación como la de mi abuela y sus amigas, que provienen de esa España más cruda y que aún siguen presentes en nuestra sociedad, representando a esa mujer con sus anillos, vestidos y bolsos, esa mujer que plasmo en mis obras.

Pienso que lo ostentoso pertenece a la representación de ese cierto empoderamiento tras una vida, por así decirlo, en blanco y negro. La temporalidad juega un papel fundamental en mi trabajo. El paso del tiempo y cómo se ha tratado a estas personas es algo en lo que me centro mucho. Intento representarlas a través de sus objetos o las escenas que evocan esa época, uniendo las vivencias que me han contado con las que yo he vivido, y generando todo un imaginario que intento plasmar en mi obra en torno a estas mujeres y a esta sociedad.





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