Art Madrid'25 – ARTE SOSTENIBLE PARA UN PLANETA EN EXTINCIÓN

El mundo está en alerta. Desde hace tiempo vivimos en una permanente paradoja, una situación de contraste que obedece a dos impulsos: el que nos conmina a hacer que nuestras economías sigan creciendo y el que nos advierte de que los excesos cometidos tendrán consecuencias. Lejos de centrarnos en buscar un equilibrio entre ambos, nuestra tendencia es la de alimentar una y otra fuerzas de forma independiente. Así, los dos cabos de esta cuerda, que es nuestro mundo, se tensan más y más hasta que, o bien ceda uno de los extremos, o bien se acabe rompiendo a la mitad.

Nick Sayers, “Coke bottles sphere”, 2010

La Cumbre por el clima que dio comienzo esta semana se ha planteado como un ultimatum al planeta. La responsabilidad de tomar medidas de urgencia para combatir el cambio climático y adquirir un verdadero compromiso con políticas efectivas pesa sobre nuestra conciencia como especie. Sin duda, se ha provocado más daño al medioambiente en el último siglo que en todo el resto de nuestra historia. Y con todo, parecemos incapaces de actuar en consecuencia, de mudar nuestros hábitos, nuestra demanda frenética, de cuidar el lugar en que vivimos.

Instalación de Maja Weiss en CIFF, con 17 toneladas de ropa usada

Para generar conciencia sobre esta problemática, los canales de comunicación se diversifican y los mensajes proceden de distintas fuentes. Muchos artistas han hecho de la responsabilidad ecológica su leit motiv. Con el impulso de hacer llegar su discurso lo más lejos posible y alcanzar al mayor número de personas, los autores se afanan por explorar nuevos lenguajes contemporáneos que causen un golpe de efecto y llamen la atención del espectador. El objetivo es claro: abrir los ojos ante una realidad que nos afecta de lleno y que requerirá del compromiso de todos para revertirse.

Vanessa Barragão, “Coral Garden”, 2019

Muchos creadores subrayan lo dramático de la situación al emplear materiales de desecho para realizar sus obras. La reutilización de elementos plásticos y otros objetos recuperados de playas, calles o parques pone de manifiesto la ingente cantidad de residuos que somos capaces de producir y la falta de responsabilidad al dejarlos abandonados en cualquier lugar. Estas acciones nos invitan a reflexionar sobre la espiral de consumo en la que vivimos y la brevedad de la vida útil de los objetos, que son rápidamente sustituidos por otros nuevos. La transitoriedad hacia lo “inservible” es cada vez más corta y todo se convierte en volátil y fútil en nuestra sociedad capitalista. Esto ha dado lugar al “Upcycled art”, un movimiento que da una segunda vida a los residuos y los transforma en obras de arte.

Esta etiqueta quedó acuñada desde 2002, en la obra “De la cuna a la cuna. Rediseñando la forma en que hacemos las cosas”, de William McDonough y Michael Braungart. Aunque la reutilización y la fusión de materiales no es nueva en el mundo del arte, sí lo es la intención con la que se realizan estas piezas, esencialmente volcadas en crear algo bello a partir de los desechos y en evidenciar los abusos de consumo de los que somos víctimas.

Olafur Eliasson, “Ice Watch”, 2018, foto: Matt Alexander/PA Wire

Otros autores trabajan con obras a gran escala que ponen el acento en el calentamiento global. El danés Olafur Eliasson creó en 2018 una instalación para la Tate Modern de Londres (luego replicada en otras ciudades), en donde dispuso enormes bloques de hielo que simulan los fragmentos gigantes que se desprenden paulatinamente de los glaciares y se van derritiendo en el mar. La obra se llamó “Ice Watch” (“Reloj de hielo”) y acabó, como era de esperar, convertida en un gran charco de agua. Este artista, al que el Museo Guggenheim dedicará una exposición monográfica en febrero, ha reflexionado sobre el imparable impacto que tiene esta subida de temperaturas, y se lamenta de la total desaparición del glaciar Ok, hasta hace poco situado al noreste de Reikiavik.

Francis Pérez, “Caretta Caretta Trapped”, 2017

Por su parte, un amplio número de fotógrafos, y muy en particular los especializados en reportajes de naturaleza, han sacado a la luz dramáticas imágenes en que las especies sufren la sobreabundancia de plásticos que contaminan sus ecosistemas. Según el informe de la ONU sobre el clima publicado en marzo de este año, la biodiversidad es una de las riquezas del planeta más amenazada, y se estima que existe un riesgo de extinción que afecta al 42% de los invertebrados terrestos y al 25% de los marinos. Por eso no es extraño que fotografías como esta sean cada vez más frecuentes y se hayan convertido para muchos autores sensibilizados con esta problemática en una vía de denuncia y concienciación.

Esperemos que las sociedades tomen medidas para parar y, en la medida de lo posible, revertir esta situación. Hay que indagar sobre nuevos modelos económicos que aprovechen los recursos con responsabilidad y no se basen exclusivamente en el crecimiento constante y la sobreproducción.

 

Aurelio San Pedro

CONVERSACIONES CON MARISOL SALANOVA. PROGRAMA DE ENTREVISTAS. ART MADRID’25

Aurelio San Pedro (Barcelona, 1983) dibuja con gran delicadeza, centrando su atención en escenarios naturales y decantándose por el blanco y negro. La memoria es muy importante en su proceso creativo, que se basa en el tratamiento del recuerdo como vía de expresión plástica. Su formación en ingeniería y topografía impregna parte de la búsqueda de imágenes que le inspiran para escoger los paisajes ideales, que genera a partir de lugares reales y también fabulados.

El proceso de cada una de sus piezas es lento, suponiendo un concienzudo ejercicio de introspección para el artista. El papel es casi un fetiche para él, teniendo tanta importancia las partes que decide intervenir como las que deja en blanco. Fluctúa entre abstracción y figuración sin dejar de mantener un estilo propio, identificable y de un profundo calado.


Return to Oneself. De la serie Books and Landscapes. 2024. Técnica mixta. 100 x 100 cm.


¿Qué rol juega la experimentación en tu proceso creativo?

En mi proceso creativo la experimentación juega un rol muy importante a nivel conceptual y estético. La obra avanza en paralelo y a medida que van sucediendo acontecimientos, se va definiendo lo que será la obra final. En cuanto a nivel de producción, sí que depende mucho de la serie en la que me encuentre trabajando en ese momento. Por ejemplo en la serie Books, que es una serie realizada con fragmentos de libros, la tridimensionalidad es fundamental. Mientras trabajaba en ella, me iba encontrando con lo que es la prueba y el error; el residuo, la simplificación y la agilización de los procesos.

En cuanto a los dibujos, la experimentación física es mucho menor. Pero también hay encuentros, búsqueda de herramientas, ensayo y cambios dentro del proceso de trabajo . Por ejemplo, en Landscapes uso un lápiz con tres extensores que hace unos cincuenta, sesenta centímetros. En las dos últimas series, Iceland y Nature, he tenido que aprender a desplazarme y a ubicarme en la naturaleza y además también he tenido que depurar bastante la técnica a nivel de dibujo.


Siempre se topaba con la misma piedra. Detalle. de la serie Books and Landscapes. 2024. Técnica mixta. 10 x 19 cm.


¿Cuáles son tus referentes?

No podría señalar referentes estéticos concretos, pero sí mencionar aquellos que han dejado una huella en mi trayectoria. En primer lugar, a mi padre, por su vínculo con el arte y la arquitectura. También Antoni Marqués, un reconocido artista catalán con quien tuve la fortuna de aprender durante un año en su estudio.

A nivel histórico, la obra de Magritte y Joseph Kosuth ha sido una gran influencia para mí. En cuanto a lo formal, encuentro cierta conexión con el arte povera y me identifico con el minimalismo.


Twenty Dark Episodes. 2024. de la serie Books and Landscapes. Mixed media. 100 x 100 cm.


¿Cómo aplicas el recuerdo, la memoria, a tus dibujos?

Gran parte de mi obra, si no toda, se basa en este recurso. Comencé con la serie Diane, una serie de dibujos a lápiz que reproducían fotografías antiguas de Diane Arbus. En ellos, eliminaba a los personajes principales y sólo conservaba los fondos. Estos dibujos se complementaban con dípticos donde se incluía la descripción del personaje ausente, el lugar donde se tomó la fotografía y el año en la que se realizó. De este modo, se generaba un diálogo entre presencia y ausencia, explorando la memoria y el recuerdo.

Más adelante trabajé en Landscapes, una serie mucho más etérea en la que, a través del recuerdo personal, buscaba representar una imagen idealizada e indefinida. Actualmente, desarrollo Nature e Iceland, proyectos que reflexionan sobre la memoria natural en relación con la propia forma del paisaje.

Me interesa plantear preguntas como: ¿Cómo ha llegado una piedra hasta allí? ¿Cómo se ha formado este río meandriforme? Un simple paisaje encierra innumerables huellas y procesos. Para mí, esa es la esencia de la memoria en mi trabajo.


ST.3. De la serie Iceland. 2024. Lápiz sobre papel. 120 x 100 cm.


¿Cuánto tiempo te lleva trabajar en tus obras?

El tiempo que dedico a cada obra depende principalmente de su complejidad y de las características específicas de la pieza. En general, suelo invertir entre dos y cuatro semanas en cada trabajo, con una media aproximada de tres semanas. Esto varía, ya que algunas obras requieren más tiempo de reflexión, ajustes o detalles, mientras que otras pueden surgir de manera más fluida. La variedad en el proceso creativo es lo que marca la diferencia, ya que cada pieza tiene sus propias exigencias y ritmos, lo que hace que cada experiencia de creación sea única.


Return to Oneself. De la serie Books and Landscapes. 2024. Técnica mixta. 100 x 100 cm.


¿Por qué eliges transmitir mediante el blanco y negro?

El blanco y negro me atrae profundamente por su atemporalidad. Este enfoque visual no solo evita distracciones, sino que también elimina ciertos detalles que podrían restar misterio a la obra, permitiendo que el espectador se enfoque en lo esencial. La ausencia de color y la luz difusa que utilizo en mis obras contribuyen a una sensación de distorsión y vaguedad, lo que, para mí, amplifica el carácter enigmático de la imagen.

Al omitir el volumen y el color, se crea una atmósfera que invita a la interpretación, dejando espacio para que el espectador proyecte su propia narrativa sobre lo que ve. Esta cualidad de incertidumbre y sugestión es lo que considero tan potente en el uso del blanco y negro.





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