CONVERSACIONES CON MARISOL SALANOVA. PROGRAMA DE ENTREVISTAS. ART MADRID’25
Diego Vallejo García (Ávila, 1991) tiene una obra de corte clásico en el tratamiento o en la composición, pero con una temática actual. Estudió Historia del Arte antes que Restauración y Conservación, lo cual otorga un grado de conocimiento en sus proyectos que atraviesa lo teórico hacia lo práctico. Su trabajo es representativo de la tendencia a la pintura fragmentada y la superposición de realidades, desde la abstracción de campos de color al fotomontaje pintado de impactante realismo. Esa exploración fotográfica, es llevada al terreno de la distorsión pictórica.
El artista realiza un retrato generacional sin llegar a individualizar a nadie, buscando plasmar la personalidad colectiva de su generación, de las costumbres. Pinta todo con óleo, veladuras y materiales que emplea pensando mucho en la conservación de las piezas y su perdurabilidad.
¿Qué rol juega la experimentación en tu proceso creativo?
Pienso que la experimentación en la concepción de mi obra es fundamental, ya que comienza incluso antes de tratar la propia materia de la pintura. Inicia en la configuración de la imagen, trabajándola a través de medios digitales como Photoshop o Procreate. Sin embargo, esa imagen será solo una guía al momento de pintar; a medida que avanza la obra y surgen accidentes con la materia, la imagen se va desligando del cuadro, y es el cuadro el que finalmente toma el control. Por eso, en mi pintura ocurren accidentes en los que se eliminan o aparecen elementos que en un principio no estaban planeados.
¿Cuáles son tus referentes?
Bueno, referentes tengo muchos. Si empezamos por los clásicos, el primero que mencionaría es Velázquez, así como toda la pintura del siglo XIX. En cuanto a los más actuales, podrían ser Rubén Guerrero, Ignacio Estudillo, Phil Hale, Sean Scully.
Son pintores que, al final, tratan la materia más que la imagen. Creo que ese es el proceso natural de cualquier pintor figurativo: en un principio, intentar plasmar la realidad de manera más o menos fiel, y con el tiempo te das cuenta de que lo que debe primar sobre la imagen es la pintura en sí misma.
¿Por qué tus obras inciden tanto en la nocturnidad?
No incide mi obra tanto en la nocturnidad, sino más bien en la luz. Lo que me permite la nocturnidad es trabajar la luz artificial, y lo que me da la posibilidad de tratar la luz en sus diferentes temperaturas y potencias para crear diferentes sensaciones o diferentes realidades.
¿Te sientes más cómodo retratando personajes individualmente o multitudes?
El retratar individuos o multitudes persigue el mismo objetivo: buscar un retrato de mi generación y de la sociedad a través de las costumbres y las acciones. ¿Cómo consigo este retrato sin que sea individual, sino colectivo? Eliminando el rostro de los personajes.
¿Cuál es la importancia del movimiento, de la acción, en tus obras?
El movimiento y la acción están relacionados con la pregunta anterior, porque el movimiento de esos individuos, multitudes o personajes en la obra los identifica con un movimiento social y una identidad colectiva. También el movimiento que se percibe realmente en la obra, de desdibuje, viene a razón de tratar de crear un concepto de personaje más que un personaje en sí mismo.
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