Carlos Beltrán-Arechiga pinta estructuras implícitas y explícitas que cuestionan la disposición de los sistemas y políticas que determinan el acceso y la equidad. Beltrán-Aréchiga utiliza sus pinturas para confrontar la promesa del “sueño americano” y la “tierra prometida” en un estado de caos y orden; desolado y fértil. Como inmigrante mexicano-estadounidense de primera generación, el artista puebla sus lienzos con edificios que pretenden evocar los hogares arquetípicos afirmados por el legado del “sueño americano”.

El proceso creativo le brinda a Carlos Beltrán-Arechiga un espacio para la contemplación, el análisis y la información con burla, humor y la esperanza sospechosa de un tiempo antes del miedo y la pérdida de la inocencia. El artista utiliza sus pinturas como vehículo definitivo para plantear preguntas. Si bien el artista está interesado en la narrativa, piensa en la pintura como una obra de naturaleza preverbal, más grande que cualquier interpretación de palabras, está destinada a incitar emociones, a provocar reflexión. Para Beltrán-Arechiga es importante mostrar la conexión física que establece con sus obras al permitir las marcas hechas a mano. Se involucra con narrativas que tratan de eventos sociopolíticos, así como de la mano que imita la tecnología y la vida.