Residente en Kanagawa, Japón, Hirosuke Yabe crea esculturas de madera con una nata, un hacha tradicional japonesa. Sus rápidos y precisos golpes dan vida a obras únicas que van desde pequeñas tallas hasta grandes pilas de rostros expresivos. Influenciado por máscaras africanas y modernistas como Eduardo Chilida, sus esculturas abordan experiencias humanas universales, fusionando geometría abstracta con emociones profundas.

Graduado de la Universidad de Tokyo Zokei, Yabe experimentó un cambio crucial en su obra tras el terremoto y tsunami de 2011 en Japón. Al presenciar la fragilidad de la modernidad, comenzó a explorar el significado de ser humano. Sus esculturas—criaturas antropomórficas, animales e incluso monstruos—son metáforas de la condición humana. Peculiares y tiernas, cada pieza invita a una conexión personal, celebrando la individualidad y la humanidad compartida. En estos tiempos divididos, la obra de Yabe nos recuerda la esencia colectiva de nuestra humanidad.